Corsaje 100 años

Por:  Jorge Pabón L.

Es la época de los grados de bachillerato, por tanto es el tiempo de la celebración en muchos hogares que ven coronada esa primera etapa en algunos de sus integrantes. Esa ha sido una buena excusa para volver al claustro que ya hace bastantes años nos albergó, en mi caso muchos, pero no tantos como haber olvidado el colegio en el cual aprendimos las bases de la formación académica y personal. 

La historia nos dice que el colegio Sagrado Corazón de Jesús lleva 110 años educando a los cucuteños, primero solo admitía varones y desde años recientes a las niñas. Desde su fundación ha sido regentado por los hermanos de las Escuelas Cristianas bajo la orientación tutelar de San Juan Bautista de La Salle y hoy continúan con el mismo fervor y entusiasmo que tuvieron los fundadores en los albores del siglo pasado y gracias a su labor muchos cucuteños hemos tenido la oportunidad de recibir una educación básica primaria y secundaria asentada en los valores cristianos con una calidad que salta a la vista. 

Este año para orgullo de los graduandos, 167 en total, el colegio alcanzó la calificación Muy Superior, lo cual coloca en el selecto grupo de instituciones que han certificado a través de las pruebas estatales la calidad de la instrucción impartida, que se refleja en el conocimiento alcanzado por sus alumnos. Es reconfortante saber esto porque El Sagrado siempre se ha distinguido por calidad de la enseñanza y el prestigio ganado a lo largo de muchos años. 

Destaco este hecho no solo por ser mi colegio, orgullosamente soy corsajista, sino por ser de las pocas instituciones educativas del sector público, las cuales se pueden contar con los dedos de la mano sin esfuerzo,  que ostenta esa distinción. Es bien conocida la brecha que hay entre los colegios privados y los públicos. Los esfuerzos en el sector público son bastantes, pero  pocos logran alcanzar ese sitio de honor.

Del Sagrado que conocí al de hoy hay una gran distancia, dada no solo por el tiempo, sino por el crecimiento que ha tenido, varias sedes, más de tres mil alumnos, se incluyó la primaria y llegaron las niñas para darle otro aire a los salones de clase y la clase de educación que se imparte en el claustro que se hizo incluyente. Los muchachos que se gradúan siguen teniendo la misma cara de los de mi época, su palidez refleja la alegría de haber cumplido con esa tarea, pero con la expectativa de lo que sigue, sus sueños, su plan de vida porque en poco tiempo serán adultos y tendrán otras responsabilidades.  

Larga vida al colegio Sagrado Corazón, patrimonio de la ciudad,  lo mismo que a los “curas lasallistas” a quienes tanto le debemos quienes fuimos sus alumnos.