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lunes, 26 de septiembre de 2022

¿CÓMO PREVENIR LOS TRASTORNOS DEL DESARROLLO CEREBRAL EN LA NIÑEZ?

Una de las recomendaciones para disminuir el riesgo de los trastornos del neurodesarrollo consiste en reducir el tiempo de exposición de los niños a pantallas.

El trabajo articulado entre padres de familia, docentes y expertos en el área de salud disminuye los impactos de trastornos en el neurodesarrollo que pueden presentar algunos niños desde tempranas edades y que inciden en su comportamiento, manejo emocional y rendimiento académico en el futuro.

Regular sus horas de sueño y el tiempo de exposición a las pantallas, son dos claves que ayudan desde casa. Manuel Riaño Garzón, director de la Maestría en Psicología de la Universidad Simón Bolívar, explicó cómo se pueden disminuir los riesgos en esta población.

Si los padres de familia o educadores notan que los niños y los adolescentes reaccionan con irritabilidad y se alejan ante experiencias negativas, hay dificultad para concentrarse, olvidos frecuentes, les cuesta trabajar en grupos y persisten dificultades para leer y escribir, podríamos estar ante un posible trastorno neuropsicológico, que se define como una alteración a nivel cognitivo y conductual.

Para atender este tipo de situaciones se recurre a la neurociencia, que se encarga del estudio científico del desarrollo cerebral del sistema nervioso desde especialidades como la psicología, la fonoaudiología, la terapia ocupacional y la psiquiatría. Para el profesor Manuel Riaño Garzón, director de la Maestría en Psicología de la Universidad Simón Bolívar, a través de la neurociencia “se pueden explicar situaciones particulares de la vida cotidiana desde el punto de vista de comportamiento, pensamiento, emociones y por supuesto, allí también se incluyen todas las habilidades que tenemos para relacionarnos con la sociedad.”

Los avances tecnológicos han sido fundamentales en la evolución del estudio del cerebro humano, permitiendo que, en la actualidad, se detecten trastornos infantiles como el déficit de atención por hiperactividad, el autismo, la discapacidad intelectual y algunos de tipo emocional, como la depresión y ansiedad, originados en la niñez y en la adolescencia. “También desde las técnicas de neuroimagen se ha empezado a conocer mucho más de los diagnósticos infantiles. Hay aportes interesantes desde las conexiones neuronales”, agregó Riaño Garzón, doctor en Psicología, magíster en Psicología Clínica y especialista en Neuropsicología Infantil.

Además de estos avances que permiten analizar a profundidad la anatomía y funcionalidad del cerebro, la ciencia está dando nuevos pasos en el estudio de las actividades cotidianas que realiza el ser humano a través de hábitos modificables que se relacionan con el desarrollo cerebral, comportamientos, pensamientos y emociones y que tratados a tiempo, desde los programas de salud pública, podrían prevenir la aparición de una enfermedad o un trastorno, que debe ser entendido como una alteración mental y sistémica.

Primera infancia, población objetivo de atención

Para prevenir y atender trastornos del neurodesarrollo en niños y niñas, se deben implementar acciones que integren a los expertos en el área de la salud, los profesores de las instituciones educativas y los padres de familia, de manera que puedan tener acceso a la información básica para facilitar el reconocimiento de los primeros síntomas, “que conozcan particularidades de un trastorno porque este conocimiento nos permite comprender formas de comportamiento de los niños y sus necesidades, en ese sentido, en lugar de que el ambiente cuestione al niño, lo juzgue o lo señale, será un indicador clave para saber cómo acompañarle y cómo motivarlo”, añadió el profesor Riaño.

Ante alguno de los tipos de trastornos mencionados, el acompañamiento desde la psicología se debe orientar a los componentes emocional, social y cognitivo. En el primer grupo es necesario reconocer sentimientos de baja autoestima, emociones de tristeza y especialmente una baja percepción de sus propias capacidades.

En el componente social, hay que detectar dificultades para interactuar con otros; mientras que, en el plano cognitivo, se incluyen los problemas relacionados con la atención, memoria, capacidades de lectoescritura y de razonamiento complejo.

Las investigaciones científicas que viene realizando la Universidad Simón Bolívar han permitido concluir que uno de los factores que más afecta a los niños, niñas y adolescentes en materia de trastornos del neurodesarrollo, es el alto número de horas de exposición de los niños a pantallas

Las investigaciones científicas que viene realizando la Universidad Simón Bolívar han permitido concluir que uno de los factores que más afecta a los niños, niñas y adolescentes en materia de trastornos del neurodesarrollo, es el alto número de horas de exposición a las pantallas de los televisores, las tabletas y los celulares. “Se ha incrementado el uso de la televisión en un 67% y el uso del teléfono móvil por igual. En un estudio predictivo que realizamos con 309 adolescentes, encontramos que la exposición a pantallas nos predice en un 27% la impulsividad en los niños”, expresó el profesor Riaño Garzón, quien sostuvo que esto es consecuencia, además de la pandemia y el confinamiento vivido recientemente.

El problema con las pantallas se analizó desde su relación con las habilidades cognitivas y factores psicológicos, encontrando en los niños y adolescentes mayor estrés, reporte de tristeza, aburrimiento, dificultad para conciliar el sueño y cansancio.

Colaborar en casa, una alternativa de solución

Ante las cifras de los trabajos adelantados por el programa de Psicología de la Unisimón sede Cúcuta, se están explorando como alternativas para la prevención de trastornos neuronales, la realización de actividades domésticas que, de acuerdo a lo señalado por el profesor Riaño, “contribuyen en el neurodesarrollo, desarrollo emocional y habilidades de regulación del comportamiento”.

Una segunda alternativa incluye el deporte y actividades físicas, en lo posible al aire libre, fomentando hábitos de disciplina, habilidades de autocontrol y afianzamiento de lazos familiares.

Las horas de sueño que pueden variar entre nueve y diez, dependiendo de las edades de los niños y adolescentes, es otro elemento que previene un trastorno de tipo neuropsicológico. Se recomienda que el menor duerma en su propia cama y concilie el sueño por sus propios medios y que al menos, media hora antes de dormir no esté en contacto con aparatos tecnológicos.

Así mismo, señaló el profesor Riaño, los padres de familia deben “buscar espacios, ojalá con buena reducción de luz, para que los niños vivan ese contraste; que durante la noche haya oscuridad pero que en la mañana al despertarse, se puedan abrir cortinas para que gradualmente reciban la luz del sol”.

Niños y adolescentes, población en riesgo

Es de vital importancia estar al tanto de los factores que inciden en la vida familiar y académica de los niños, sobre todo cuando inician su proceso educativo entre los cinco y seis años de edad, teniendo en cuenta que en esta etapa desarrollan habilidades asociadas con la región frontal del cerebro, “sencillamente son aquellas que nos permiten el autocontrol de nuestro comportamiento, ser autónomos, ser capaces de esperar, de organizarnos y de tomar iniciativa de lo que hacemos”, añadió, mientras que en la educación primaria y universitaria, se fortalece la autonomía e independencia.

Actualmente la Universidad Simón Bolívar, desde el programa de pregrado de Psicología y la Maestría en Psicología, ha venido realizando innovaciones tecnológicas e intervenciones de campo que buscan mejorar las habilidades de los niños, algunas de ellas se ejecutan a través de los convenios con colegios de la ciudad en los cuales se están fortaleciendo en grupos de niños, habilidades de atención, de autocontrol y de gestión emocional “que favorecen su rendimiento escolar, su estado emocional, su convivencia y su comportamiento”, puntualizó Riaño.

* Artículo producido en el marco de la Alianza Unisimón - Diario La Opinión.

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