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lunes, 10 de agosto de 2020

LA REALIDAD ACERCA DE LOS MEDICAMENTOS USADOS PARA TRATAMIENTO DE LA COVID-19


No existe medicina, con evidencias científicas, que prevenga o cure la enfermedad. 

Según Olivia May, científica de Cayman Chemical, en el momento no existe ninguna droga oficialmente aprobada para tratar la COVID-19. Sin embargo, compañías farmacéuticas en todo el mundo están haciendo investigación para encontrar tratamientos efectivos.

El Gobierno Federal de Estados Unidos estableció un programa llamado Operation Warp Speed, diseñado para desarrollar vacunas, medicinas y reactivos contra la COVID-19, con amplia financiación estatal.


En Colombia no hay propuestas parecidas debido al poco desarrollo estructural en ciencia y tecnología. 

Hablando de medicamentos, los medios masivos de comunicación nos bombardean con anuncios y noticias falsas o incompletas de medicamentos para la COVID-19.

Aparecen desde remedios caseros hasta propuestas no comprobadas del efecto de sustancias como la hidroxicloroquina, promocionada por los presidentes Trump y Bolsonaro. 

Ante esta realidad, entrevistamos a dos académicos de la Universidad Simón Bolívar que conocen realmente del tema, no solamente por ser investigadores, sino por haber propuesto proyectos específicos en relación con esta enfermedad.

Se trata de Carlos Corredor Pereira, vicerrector de la sede Cúcuta, con estudios de medicina de la Universidad Javeriana y la Universidad de Missouri y un Ph.D. en Bioquímica Médica de la prestigiosa Universidad de Duke, en Carolina del Norte.

Junto a él, Valmore Bermúdez Pirela, médico venezolano que actualmente ocupa la dirección del Instituto de Investigación de la sede Cúcuta de la Universidad Simón Bolívar. Se graduó de médico en la Universidad del Zulia (Venezuela) y posteriormente obtuvo un Doctorado en Nutrición y Metabolismo Humano en la Universidad de Córdoba, España y una Maestría en Epidemiología en la Universidad del Zulia. 

Los investigadores empezaron por responder a la pregunta: ¿para ustedes existe hoy en día una droga que nos permita tranquilizarnos del miedo generalizado a una infección con el SARS-CoV-2 que es el virus que produce la enfermedad conocida como COVID-19? 

Corredor Pereira manifestó que en este momento no existe ninguna droga que podamos decir con seguridad que previene o cura la enfermedad. 

Entonces, ¿por qué aparecen, en las redes sociales, en los periódicos y en los noticieros, médicos colombianos y extranjeros asegurando que su tratamiento ha salvado a decenas y hasta cientos de personas? 

Corredor dice que es prudente conocer la realidad actual. “Para ello, es importante dividir el tema y hacer una clasificación de las drogas que se están utilizando en el mundo para el tratamiento de la enfermedad”. 1) Remedios o medicinas populares o caseras que no tienen efecto alguno sobre la enfermedad e inclusive pueden llegar a ser dañinas. 2) Aquellas que no fueron diseñadas para el tratamiento de la COVID-19, pero que hay evidencia de que podrían prevenir la infección o causar el empeoramiento de la enfermedad. 3) Las que se han reportado para grupos pequeños de tener algún efecto sobre la enfermedad o las que muestran resultados en animales de laboratorio, pero que al ser sometidas a investigación rigurosa y controlada en grupos grandes de personas, no demostraron tener actividad positiva y estadísticamente significativa. 4) Las que interfieren con la respuesta inmune alterada. 5) Antivirales que han tenido o parecen tener actividad en contra del SARS-CoV-2 y 6) las que se ha comprobado o están en fase de estudio que atacan los síntomas o previenen la letalidad del virus.

Bermúdez Pirela está de acuerdo con esta clasificación inicial y enfatiza que en la primera categoría se incluirían las recomendaciones que hicieron algunos médicos peruanos sobre la utilización de gárgaras de sal.

En el caso colombiano, inclusive se llegó a pensar en sal marina o sal vigua de las salinas de Zipaquirá o Nemocón, a la que se le atribuye efectividad contra la amigdalitis. “Hasta la fecha, no he conseguido algún estudio controlado que evidencie un efecto protector o de mejoría de los síntomas”.

Otra cosa es mantener una adecuada salud oral, adicional al lavado frecuente de manos, basado en la observación de que el virus se encuentra durante la infección inicial en boca y garganta.

En ese tiempo deberíamos de cepillarnos por lo menos tres veces al día y luego hacer gárgaras con un enjuague bucal que contenga alcohol o una solución sobresaturada de sal. 

Hay reportes de que personas con preexistencias y que mantuvieron una adecuada higiene bucal durante el período inicial, se sobrepusieron a la infección. Pero hay que cuidarse de seguir por ignorancia o por entender mal las recomendaciones de algunos líderes. 

Trump, por ejemplo, se preguntó si el cloro era efectivo para lavar las superficies ¿no haría lo mismo si se tomaba? Algunos de sus seguidores tomaron “límpido” con resultados desastrosos. 

Ahora bien, ¿qué sustancias han sido ampliamente utilizadas sin resultados científicamente comprobados?

Bermúdez interviene y comenta, “para poder comprobar la eficacia clínica de un medicamento, se debe seguir un proceso riguroso que permita tener datos contundentes a favor de su administración. Esto implica, administrarlo en un grupo relativamente grande de pacientes y compararlo con un grupo equivalente que no reciba el tratamiento. Este tipo de estudio requiere un tiempo más o menos largo desde su inicio a su conclusión. En el caso del SARS-CoV-2, los primeros estudios se empezaron a mediados de abril, así que no han transcurrido más de tres meses”.

Actualmente hay por lo menos dos grandes estudios, uno en el Reino Unido y otro multinacional, conducido por la OMS, investigando las drogas más prometedoras contra esta enfermedad.

Corredor señala que a partir de un reporte sobre un grupo pequeño de pacientes de una localidad norteamericana que recibieron con éxito hidroxicloroquina, azitromicina y sulfato de zinc durante cinco días, se propagó la idea de que la primera o una combinación de las tres, podría curar la COVID-19.

Pero grandes estudios controlados en diferentes partes del mundo han demostrado que la hidroxicloroquina, usada normalmente y por períodos largos para el tratamiento de la artritis reumatoidea, no es efectiva contra la COVID-19 y, en algunos casos puede ser dañina, incrementando arritmias y otras condiciones patológicas que han sido causa de muerte. El Consenso Colombiano de Atención recomienda no usar ni la hidroxicloroquina ni la azitromicina. 

La clorpromazina se ha demostrado que inhibe la entrada del virus a células en cultivo. La ivermectina, que se utiliza como antihelmíntico en veterinaria, mostró una disminución en SARS-CoV-2 en un experimento con células animales, pero no hay estudio científico con seres humanos. No se recomienda.

Frente a la pregunta ¿qué opinan del interferón beta como droga efectiva? Los investigadores respondieron:

Tres profesores de la Universidad de Southampton desarrollaron hace tres o cuatro años una droga contra la enfermedad crónica pulmonar y el asma cuyo compuesto activo es la proteína, interferón beta.

Estos investigadores publicaron en la semana del 20 de julio estudios que demostraron que con la aplicación de esa droga, que se vende con el nombre SNG001, en forma de nebulizador, un 80% de pacientes infectados con el coronavirus tuvieron menos probabilidad de desarrollar una infección severa que quienes no la recibieron.

El estudio clínico se está ampliando en Inglaterra, donde ya se comenzó a usar la droga. Hay otros estudios en diferentes partes del mundo en los que se administra interferón beta a pacientes. Los resultados dependen de la etapa de la infección, siendo positivos en las etapas tempranas y negativos en la etapa tardía.

Se encuentran reportes en algunos medios y corren de boca en boca supuestos remedios naturales contra la infección. ¿Alguno de ellos realmente funciona?

Corredor dijo que si bien autoridades de salud de varios países reconocen medicinas naturales para el tratamiento de enfermedades respiratorias, el Consenso Colombiano de Atención no reconoce ninguna. Últimamente se ha reportado, sin confirmación científica, que el uso de la moringa tuvo que ver con la desaparición de COVID-19 en la cárcel de Villavicencio.

Y, ¿cómo ven el uso de antivirales?

Hasta ahora, ninguno ha sido específicamente obtenido para el tratamiento del SARS-CoV-2. Algunos tales como ribavirin, lopinavir y ritonavir han sido utilizados contra MERS y SARS-CoV. El remdesivir fue diseñado contra el virus del ébola y está actualmente bajo ensayos clínicos en varios países, ya que ha mostrado su efectividad. Acaba de recibir aprobación para tratamiento de la COVID-19 por parte del Gobierno de Canadá.

¿Qué otras medicinas se pueden encontrar disponibles que hayan demostrado efectividad?

Corredor señaló que la letalidad de la COVID-19 depende, en últimas, de la destrucción de las células que tapizan los alvéolos y que permiten el intercambio de gases. Si estas células se destruyen, necesariamente seguirá la muerte. Pero también se ha demostrado que la destrucción de estas células puede ser debida a una respuesta inmune inadecuada, que se traduce en inflamación y eventualmente en la producción de micro coágulos en las vías aéreas inferiores. 

Partiendo de ese conocimiento, se podría decir que si se previenen los problemas de microcirculación es posible que no se destruyan las células y se puedan recuperar. Sobre estas bases, hay por lo menos dos medicamentos que se han venido usando con éxito: el primero es la heparina, que inhibe la coagulación de la sangre y el segundo, más frecuentemente usado, es el esteroide dexametasona que por ser más fácil de administrar daría mejores resultados.

De acuerdo con Bermúdez, recientemente un grupo de investigadores de Noruega ha analizado diferentes opciones de tratamiento y ha encontrado buenas y malas noticias.

Las buenas: el equipo identificó seis antivirales de amplio espectro efectivos en pruebas de laboratorio. Dos de los seis, nelfinavir y amodiaquina cuando se combinaron, mostraron un efecto sinérgico.

La mala es que otro tratamiento no farmacológico, el uso de plasma de pacientes convalecientes para tratar a los enfermos graves, solo parece ser efectivo si el donante se ha recuperado muy recientemente de COVID-19. Estos medicamentos deben ahora probarse en pacientes para comprobar su eficacia clínica. El uso de antisueros y suero inmune ha sido aprobado para uso en las etapas tempranas de la infección.

¿Qué concluyen los investigadores?

Corredor y Bermúdez están de acuerdo en que, en el momento, no existe ningún medicamento que claramente sirva para el tratamiento de la COVID-19.

Al no contar con drogas diseñadas específicamente contra los coronavirus, no es raro esperar que se investigue sobre drogas ya conocidas y aprobadas por los organismos reguladores. 

Hay algunas drogas que muestran cierta esperanza de poder ser utilizadas en diferentes momentos de la infección. Estarían las que previenen que el virus penetre en las células del árbol respiratorio inferior y las que previenen las microhemorragias.

También hay esperanza en drogas que previenen el inicio de la inflamación generalizada debido a la disfunción inmunológica que se manifiesta como la cascada de citoquinas.

Antes del comienzo de la etapa de destrucción celular se podría utilizar suero inmune o inclusive antisueros con anticuerpos monoclonales que ya se están comenzando a producir y que funcionan inhibiendo la infección de las células por el virus.

Todas estas estrategias, en últimas, lo que están haciendo es atacar en diferentes etapas de la infección, nunca durante todo el ciclo, mientras se consigue una vacuna que es la única forma segura de evitar el contagio. 



* Texto producido en el marco de la Alianza Unisimón - Diario La Opinión.

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