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miércoles, 20 de mayo de 2020

REPENSAR EL ESTADO Y LA SOCIEDAD - POR: José Consuegra


Ningún país estaba preparado para el caos ocasionado por la pandemia de COVID-19, no solamente en el plano de la salud pública sino frente a la situación social y crisis humanitaria derivada de la recesión económica mundial por el cierre del sector productivo, la cuarentena obligatoria y la interrupción de las cadenas de suministros, con lamentables consecuencias en todos los sectores de la sociedad.

Si bien no alcanza a cuantificarse aún su impacto pues la enfermedad no ha sido controlada, está claro que será devastador. La CEPAL anticipa efectos muy graves en el corto plazo como la contracción del PIB regional en -1,8% y el aumento de la pobreza extrema, el desempleo y la desigualdad, al punto que se prevé que el índice de Gini crezca entre el 0,5% y el 6 %.

Independiente de las estrategias para mitigar el impacto socioeconómico de la pandemia (subsidios a desempleados, donación de alimentos, financiación accesible, apoyo financiero a los sectores productivo y de servicios, etc.), que terminen, tal vez, siendo simplemente apenas medidas paliativas, tenemos hoy la oportunidad propicia para repensar la sociedad y el rol del Estado: un Estado fuerte, racional, eficiente, solidario y con el suficiente espacio regulador, dotado de las herramientas necesarias para mantener el justo equilibrio colectivo; un Estado generador de bienestar general, sin paternalismos, capaz de promover la equidad social que tanto nos urge.

La crisis humanitaria y la situación de economía de ‘guerra’ que vivimos es demasiado compleja y grave para dejarle su manejo y solución al mercado.

En los últimos 50 años, el desarrollo de la economía de mercado disminuyó la capacidad de acción e impacto del Estado y su responsabilidad regulatoria, y subordinó la sociedad a las leyes del mercado. Este ‘mercadocentrismo’ es referenciado por el economista alemán, experto en América Latina, Franz Hinkelammert, al señalar que “el cálculo mercantil trata de absorberlo todo y donde no puede establecer relaciones mercantiles efectivas, las establece al menos imaginarias. Se trata de un totalitarismo mercantil sin ningún límite, al cual ya nada ni nadie puede escapar”.

Esta hecatombe por la COVID-19 puede convertirse en la tormenta perfecta para repensarnos ya que ella, sin duda, aumentará las injusticias e inequidades sociales y acelerará el retraso de los países en vías de desarrollo, e, incluso, la extinción de la realidad que hoy validamos. Por ello vendría bien, como lección suprema de la coyuntura actual, determinar si se le vuelve a dar al Estado el espacio pertinente en su acción reguladora del mercado, constructora de equidad y protectora de los más desvalidos.

También es necesario revaluar si continuamos privilegiando el crecimiento económico sobre el desarrollo social o si es posible una conciliación de ambos, que ubique a los excluidos y más necesitados, al igual que la misma naturaleza, en la cúspide de la pirámide de los intereses sociales. Creo, sin dudarlo, que no hay mejor momento que este. ¡Actuemos!

rector@unisimonbolivar.edu.co

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