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lunes, 18 de noviembre de 2019

Fe y Confianza en el Señor Jesús - Por: Diego Monsalve


      Su Cumpleaños número 64

Tanto busqué esta historia, que se me habían olvidado las propias que viví, hasta que alguien allegado a la familia me recordó el episodio de cáncer de colon que afrontó mi madre adoptiva. Mamá Julia, como la llamo, ha sido soporte en todas las áreas y necesidades. Un ejemplo de mujer que, a través del tiempo, ha construido un legado de servicio para los menos favorecidos. 

Ana Julia Acevedo Peña, nació el 23 de marzo de 1955, en San Cayetano (Norte de Santander). La segunda de siete hermanos, hija de Samuel Quiñones y Juana Peña, orgullosa de su origen campesino, como lo pregona. 

Su amor de juventud fue Raúl Márquez, quien falleció en un accidente de motocicleta cuando ella tenía pocos meses de embarazo. De ese amor nació Karime Márquez. Pasaron tres años y el amor tocó las puertas de su corazón. De la segunda relación nacieron Sandra y Angélica Esteban. La unión de pareja no duró mucho. 

Soltera y con tres hijas, llegó al Centro Cristiano, dirigido por el pastor y misionero José Satirio Dos Santos. El 5 de mayo de 1982, dio el sí que cambió su vida, formó su carácter y devolvió la confianza de vencer cualquier obstáculo de la mano de Dios. Desde aquella época se hizo una de las fundadoras, trabajó para la construcción y la ampliación de miembros de esta doctrina que tomaba fuerza. 

Aprendió el oficio de la modistería, trabajó al lado de los diseñadores de modas de la región Dorolísa Henao y Bernardo Salazar. Al cabo de dos años, emprendió su taller de alta costura hasta alcanzar independencia económica, y logró ser la fuente financiera de la familia. 

Su historia de resiliencia comienza a principios del 2009. Tenía 54 años cuando presentó un cuadro de descomposición fecal continua, al punto de sangrado. Era marzo de ese año, cuando en la EPS SaludCoop le ordenaron la colonoscopia y por temor de no aceptar los cambios del cuerpo, la omitió. Dejó pasar seis meses. 

- Siempre hablaba del cáncer y lo terrible que debe ser padecer este proceso. En mis oraciones le pedía a Dios que si en algún momento tuviera la enfermedad, no me dejara pasar dolores, afirmó Julia, con voz entrecortada y ojos llorosos. 

En agosto de 2009, por segunda vez, le ordenaron el examen. Por insistencia de las hijas y del guía espiritual, aceptó. Pasaron 15 días y el diagnóstico fue cáncer de colon. En el intestino encontraron una masa cancerígena y el gastroenterólogo recomendó someterla a cirugía. 

- No era fácil aceptar lo que en ese momento los resultados arrojaban, deposité mi confianza en Jesucristo, poniendo en práctica lo vivido y lo predicado en tantos años de doctrina, y teniendo la certeza que de la mano de Él esta experiencia sería de testimonio. 

Tenía fe en que no era el final. Comenzó los exámenes para tramitar la intervención quirúrgica con la EPS. En medio del caos, resalta el bonito detalle que tuvo su confidente, la diseñadora Maritza Sosa, cuando en septiembre la invitó a conocer el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. 

Entre risas recuerda que su amiga lo hizo, porque estaba negativa frente al diagnóstico y al tratamiento. Disfrutó una semana en las islas y el viaje sirvió para reconectarse con la naturaleza y renovar energías. 

- En octubre, me practicaron otra colonoscopia para saber cuál sería el tratamiento que debía seguir. 

El resultado del examen dictaminó la cirugía. Antes de someterse al procedimiento tuvo tiempo para hablar con el pastor José Satirio Dos Santos. Luego de una charla que duró horas, oró entronando el equipo médico encabezado por Hernando Yepes, quién siempre estuvo en el proceso desde los exámenes, el diagnóstico, la cirugía y los controles. 

- Tenía promesas de Dios que aún no había visto cumplidas. Soy una mujer de paz, soy afortunada porque siempre tengo una iglesia que me apoya. Una siempre espera más, sabía que si partía del mundo, iba a encontrarme con lo que he buscado en la vida, que es a Jesús. Lo máximo sería morirme, pero era algo a lo que tampoco le temía, jamás tuve reacciones negativas de por qué yo, por qué a mí. Tuve la confianza y la mirada puesta en el Señor. 

Han pasado 10 años y ha logrado vivir muchas promesas cumplidas por Dios, teniendo frutos a donde quiera que llega. Ahora, es una mujer con más confianza, capaz de declararle al mundo que arriba hay alguien que escucha y responde súplicas, cuando se busca de corazón. 

El apoyo de la familia fue importante, debido a las circunstancias que vienen por la enfermedad. No tuvo tiempo de sumirse en tristeza o depresión, todo acabó rápido. Por parte del equipo médico, asegura que se debe generar una constancia en los exámenes y seguimientos de cada paciente, si necesita cirugía, quimioterapia o radioterapia. 

Aprovecha cada detalle que comparte con hijas, yernos y nietos. Desde los objetivos misioneros de la comunidad cristiana cumple con la iglesia, apoya el liderazgo a partir de la capacitación y fomenta la fe. 

- El cáncer es curable, pero debemos tener claro que es un trabajo en equipo, entre médicos, familiares y la fe que cada quién disponga en su corazón.

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