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martes, 28 de mayo de 2019

Una sociedad decadente - POR JOSÉ CONSUEGRA


Los momentos más felices y de grata recordación de mi vida han sido al interactuar con los niños; poder gozar plenamente de su infinita imaginación, su inocencia, su ternura y tantos otros valores que los hacen los seres más nobles de la sociedad. Por esto, históricamente se les define como angelitos.

Cómo no recordar la crianza de mis hijos, sus sonrisas, sus ocurrencias, sus juegos, que llenaron de felicidad mi rol de padre. Hoy, al dárseme una nueva oportunidad de repetirla con mis hijos más pequeños y con mis nietos, mi corazón vuelve a llenarse de juventud al gozar de su muy grata existencia.

Toda sociedad civilizada define a los niños como su máximo tesoro a proteger y a salvaguardar para asegurar su continuidad. Incluso, en las especies animales es natural que la madre entregue hasta su vida por la protección de sus crías. Por esto, es inconcebible la situación irracional de violencia hacia los niños que padece Colombia. 

El doloroso caso de María José, la niña de seis años asesinada y arrojada a la orilla de un arroyo en Barranquilla, es muestra de esa larga historia trágica que le ha tocado vivir a la niñez de nuestro país.

Hambre, pobreza, soledad, abandono y violencia, son las cruces que carga esta población que, al contrario, debería ser provista de amor y cariño por ser la base de la sociedad del mañana.

Lastimosamente, ella no ha sido la única menor víctima de la violencia en el país en el presente mes de mayo. En dos poblaciones distintas del departamento del Cauca también fueron asesinadas una adolescente indígena de 15 años, a quien agredieron sexualmente, y una menor de 11 años, en retaliación por la negativa de su familia a pagar una extorsión. Además, un niño de 14 años fue abatido durante una balacera en Antioquia.

El riesgo de la niñez en Colombia es permanente. Incluso son agredidos dentro de sus mismos hogares o vecindarios. Son terribles las estadísticas reportadas por Medicina Legal, al definir que entre enero y abril de este año fueron asesinados 213 menores de edad (en 2018 fueron 673), y que desde enero hasta marzo se registraron 168 casos de abuso sexual, lo que representa un aumento del 35% (durante todo el año pasado fueron 22.788). Además, para colmo, a esta diversidad de agresiones se le suma la muerte de niños por hambre y desnutrición: hasta marzo pasado iban 58 casos.

Cómo olvidar el sufrimiento padecido por ellos al ser reclutados forzosamente por grupos armados al margen de la ley y que hoy, todavía, las autoridades no tienen cifras concretas de cuántos padecieron esta agresión.

Un ingrediente atroz de la terrible muerte de María José es que el autor material del crimen también es un menor de edad, lo cual expresa el alto nivel de degradación y decadencia que sufre nuestra sociedad.

No es posible que nos sigamos deshumanizando y continuemos asumiendo con desidia, indiferencia, violencia y menosprecio las necesidades de la niñez. Se hace obligatorio cerrar filas y no permitir que se violente la honra y la vida de un niño más en nuestra patria.

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