Persiguiendo su sueño, el de ser futbolista profesional, llegó Miguel Ángel Borja a Cali cuando apenas tenía 14 años de edad. Él, a diferencia de sus seis hermanos varones, no quería que su pasión se quedara solo en las canchas de su municipio, Tierra Alta (Córdoba).
Este sueño viene forjándose poco a poco y en el Suramericano Sub-20 sus goles han contribuido a que Colombia esté en el hexagonal final.
La tarde-noche del jueves, ante Argentina, buscará convertir de nuevo para seguir consolidándose y de paso ganarse un lugar permanente en la titular del equipo tricolor, posición que le ha tocado buscar a punta de pulso en los clubes por los que ha pasado.
El primero de ellos fue el América, equipo al que llegó a probar suerte. Mientras lo hacía, Borja se rebuscaba la vida trabajando en la ferretería de un familiar, que confiado en sus condiciones lo animó a se viniera al Valle del Cauca.
Su talento le abrió un lugar en el equipo Fútbol Paz, donde fue llevado por el empresario César Valencia, que vio en el jugador, que no tenía club, las condiciones para sobresalir rápidamente.
“Miguel Ángel jugó con América el torneo juvenil y ahí convirtió más de 20 goles. Posteriormente, estuvo en el Deportivo Cali con la sub-20, pero no se pudo llegar a un arreglo. Luego Jaime de la Pava, que lo conocía, se lo llevó para el Cúcuta, donde debutó como profesional en el 2011”, asegura Valencia.
Con mucha expectativa y con la ilusión de ayudarle a su mamá, Nicolasa Hernández, el jugador llegó al Cúcuta a mostrar lo que sabía hacer: goles. Pero las cosas no salieron como pensaron y el mismo De la Pava quiso que el delantero probara suerte en otros equipos.
“Siempre vi en Borja un jugador potente, con un biotipo fuerte. En el partido ante Bolivia demostró que, aunque hay que pulirlo, es fuerte cabeceando. Cuando estaba en Cúcuta lamentablemente algunos medios de comunicación le hicieron mal ambiente y determiné que volviera a Cali”, comenta De la Pava.
Así, el jugador debió armarse de paciencia para conquistar con goles un nuevo club. En el 2012, llegó a Cortuluá, donde a punta de anotaciones se abrió paso en la delantera del equipo, por encima de experimentados como Hámilton Ricard.
En el primer semestre con el ‘equipo corazón’ marcó en tres oportunidades. En el segundo semestre solo marcó un tanto, debido a sus constantes llamados con la Selección Colombia. En la tricolor también se ganó un lugar y con su ‘Hat-Trick’ del martes ya puso a soñar a todos con más goles y satisfacciones. Elpais.com.co





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