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viernes, 21 de febrero de 2025

Persisten las barreras en el país para la educación de niños y niñas migrantes venezolanos, según estudio

Colombia ha recibido a más de 2.8 millones de migrantes venezolanos, de los cuales cerca del 28 % son niños, niñas y adolescentes (NNA). Si bien el sistema educativo ha logrado matricular a más de 600.000 menores migrantes entre 2018 y 2023, la inclusión educativa va más allá del acceso a la escuela.

Un reciente estudio liderado por las profesoras Nathalia Urbano, de la Universidad del Rosario, y Claudia Díaz, de la Universidad de Toronto, sobre las respuestas en Colombia a las necesidades educativas de niños, niñas y adolescentes venezolanos, evidencia que, aunque se han flexibilizado los procesos de matrícula, aún existen desafíos en infraestructura, planeación y gestión de la información, así como en la integración relacional y la prevención de la xenofobia en el entorno escolar.

El análisis se basó en 201 entrevistas con actores clave, incluyendo miembros de organismos internacionales, autoridades educativas, directivos, docentes, acudientes y estudiantes migrantes en tres entidades territoriales que registran una alta matrícula de esta población: Bogotá, Cúcuta y La Guajira. A partir de estos testimonios, se identificaron tres áreas críticas en la inclusión estructural: el proceso de matrícula, la capacidad del sistema educativo y la planeación para la gestión de la información.

Inclusión estructural

En materia de matrícula, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) ha implementado estrategias para garantizar el acceso sin importar el estatus migratorio. No obstante, persisten cuellos de botella administrativos, desconocimiento de la ruta de atención por parte de las familias y problemas en la asignación de grados, lo que impacta la permanencia escolar. Además, la falta de regularización migratoria limita el acceso a programas de formación técnica y continuidad educativa.

En cuanto a infraestructura, la capacidad del sistema educativo ha sido superada en varias regiones, lo que ha generado hacinamiento en las aulas, sobrecarga docente y escasez de orientadores escolares. Aunque el MEN ha destinado recursos y los organismos de cooperación han apoyado con la adaptación de espacios, estos esfuerzos no han sido suficientes para garantizar condiciones adecuadas de aprendizaje.

Por otro lado, la falta de datos precisos sobre la ubicación y permanencia de los niños, niñas y adolescentes migrantes dificulta la planificación educativa. A pesar de los mecanismos de coordinación entre entidades gubernamentales y organismos de cooperación, aún existen vacíos de información que afectan la toma de decisiones y la distribución eficiente de recursos.

Inclusión relacional

El estudio destaca que los estudiantes migrantes enfrentan dificultades para integrarse plenamente en sus comunidades educativas. En muchos casos, se asume que tienen deficiencias académicas debido a su condición socioeconómica o a diferencias curriculares con el sistema educativo colombiano. Además, algunos docentes perciben la inclusión como una carga adicional, lo que refuerza una visión deficitaria de estos estudiantes en lugar de valorar sus aprendizajes previos y su diversidad cultural.

La xenofobia sigue siendo un problema en las escuelas, manifestándose en microagresiones que a menudo pasan desapercibidas para docentes y directivos. Aunque existen iniciativas para prevenir la discriminación, muchas de ellas son esporádicas y no han sido integradas de manera estructural en las instituciones educativas.

"El reto no es solo garantizar el acceso a la escuela, sino crear un entorno de aprendizaje que favorezca la integración de los niños y niñas migrantes sin que pierdan su identidad cultural. Esto requiere un cambio en la forma en que concebimos la diversidad en el aula", afirma la profesora Claudia Díaz, investigadora principal del estudio.

Para abordar estos desafíos, el estudio recomienda fortalecer la formación docente y directiva en pedagogía intercultural, evaluar la efectividad de los modelos flexibles de educación y garantizar su sostenibilidad, así como promover estrategias de prevención de la xenofobia dentro de las escuelas.

Por su parte, Nathalia Urbano, profesora del Programa de Sociología de la Universidad del Rosario, destaca que "si bien se han hecho avances en la inclusión de niños y niñas migrantes, persisten barreras estructurales y culturales que deben ser abordadas desde la política pública y la formación docente. La educación intercultural es clave para garantizar una verdadera inclusión”.

La inclusión de niños, niñas y adolescentes migrantes en el sistema educativo colombiano no solo es una necesidad humanitaria, sino también una oportunidad para fortalecer la equidad y la diversidad en las aulas del país.

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