Sus efectos son mucho más potentes que los de la morfina y la heroína, además de que genera una altísima dependencia y un agresivo síndrome de abstinencia.
La aparición en el mercado farmacéutico, a finales de los 90, de drogas sintéticas de potente acción analgésica, como la oxicodona, abrió la puerta a una epidemia de medicamentos opioides que hoy se han convertido en un problema de salud pública y ya son la principal causa de muerte de los estadounidenses de entre 18 y 49 años. Las crecientes estadísticas oficiales confirman que solo en 2022 perecieron 110.000 personas en ese país por sobredosis de drogas, una gran proporción por este tipo de sustancias.
Esos zombis ideados por la industria del entretenimiento no distan de las imágenes reales de vídeos de calles estadounidenses atestadas de adictos a los opioides sintéticos, en especial, el fentanilo, droga analgésica y anestésica, creada (en 1985) para uso médico por el químico belga Paul Janssen. Se emplea en el tratamiento de pacientes con dolor intenso, en procedimientos quirúrgicos y en el manejo paliativo de enfermedades terminales. Sus efectos son mucho más potentes que los de la morfina y la heroína, además de que genera una altísima dependencia y un agresivo síndrome de abstinencia. En el entorno médico es suministrado en pastillas, inyecciones y en parche; ilícitamente, también es comercializado en polvo, en aerosol o, incluso, mezclado con otras drogas ilícitas como la heroína y la cocaína.
El fentanilo se popularizó en Estados Unidos desde la década de 2000, cuando empezó a ser producido por el narcotráfico mexicano y, en la actualidad, su penetración llega a límites incontrolables. Informaciones de prensa dan cuenta de que en Colombia se han registrado 70 casos de incautaciones de fentanilo entre 2018 y 2023. En los últimos días fue noticia el primer colombiano extraditado a EE. UU. por traficar con esta droga. En Barranquilla, tras una reciente captura, se encendieron las alarmas por la posibilidad de que la droga esté siendo comercializada ilegalmente a domicilio.
Ante esta terrible amenaza, es imprescindible la prevención en todos los escenarios cotidianos. Las familias y los colegios deben actuar como el primer escudo para evitar que los jóvenes tomen el camino lóbrego de la autodestrucción por el consumo de las drogas psicoactivas sintéticas, en especial con el fentanilo, que están acabando con la vida de miles después de someterlos a la adicción, la pérdida de la salud y la calidad de vida. Lógicamente, es urgente también que las autoridades enfrenten con acciones pertinentes, mancomunadas y radicales la producción y tráfico de este mortal fármaco que está envenenando a la sociedad.
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