La tecnología es una aliada de la formación ya que dota de medios que permiten profundizar en el conocimiento, por ello, la educación de calidad y con sentido humanístico es la mejor herramienta para discernir y lograr el adecuado aprovechamiento de estas tecnologías. La discusión está abierta y la sociedad está obligada a abordarla para evitar el caos informativo e informático.
Recientemente se viralizó la imagen del papa Francisco ataviado con una chaqueta excéntrica, digna de un desfile de moda. Los comentarios y las fuertes críticas contra la iglesia católica por el vestuario de su jerarca no se hicieron esperar. Muchas personas asumieron que era una foto real, sin indagar acerca de su verdadero origen: la inteligencia artificial (IA). Antes habían sido compartidas fotografías falsas de Donald Trump huyendo de policías que intentan arrestarlo o una, publicada por él mismo, de rodillas y en actitud de oración también creada por herramientas digitales.
Pero no solamente se trata de imágenes sino de toda la información circulante. El debate sobre los usos y efectos de la IA abarca también, de manera especial, la implementación de sistemas como GPT-4 y ChatGPT, que crea contenidos, entabla conversaciones, resuelve problemas, etc., con base en algoritmos. La difusión malintencionada y errónea de información es cada vez más frecuente, con tendencia a masificarse.
Por ello, más de 1000 expertos tecnológicos en el mundo formularon una declaración abierta en la que piden una pausa de seis meses en las investigaciones relacionadas con sistemas más potentes que el GPT-4, planteando: “En los últimos meses hemos visto cómo los laboratorios de IA se han lanzado a una carrera descontrolada para desarrollar y desplegar cerebros digitales cada vez más potentes que nadie, ni siquiera sus creadores, pueden entender, predecir o controlar de manera fiable”.
En este periodo, según solicitan, deben ser establecidos sistemas de seguridad con autoridades reguladoras, vigilancia de los sistemas de IA, técnicas para distinguir lo real y lo artificial, entre otros mecanismos.
Las llamadas deepfakes o falsedades profundas están a la orden del día, con las graves consecuencias que esto supone. En este contexto, es pertinente citar al filósofo Fernando Savater, para quien, entre más tecnología esté al alcance de la sociedad, debe haber más y mejor educación: “Antes la educación trataba de dar información sobre las cosas, ahora tiene que orientar sobre el buen uso de la información que circula por la red”.
La tecnología es una aliada de la formación ya que dota de medios que permiten profundizar en el conocimiento, por ello, la educación de calidad y con sentido humanístico es la mejor herramienta para discernir y lograr el adecuado aprovechamiento de estas tecnologías. La discusión está abierta y la sociedad está obligada a abordarla para evitar el caos informativo e informático.
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