Si bien antes de abril la recomendación generalizada era que el uso de tapabocas solo era indispensable para el personal de los servicios de salud, las evidencias científicas basadas en el estudio y el seguimiento de los brotes obligaron a su utilización masiva. Emplear mascarillas previene que los afectados transmitan el virus a través de las secreciones provenientes de las vías respiratorias y las gotas de saliva, al tiempo que protege a las personas sanas de contraerlo.
Promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la semana pasada se cumplió la Semana Mundial del Tapabocas, en la que se invitó a toda la humanidad a usar mascarilla y a hacerlo de manera correcta, tapando la nariz, la boca y el mentón, siempre que se tenga una afección respiratoria, cuando se salga de la casa o se atienda a un enfermo. También resaltaron como valor agregado el hecho de que las personas, de manera individual y colectiva, sientan que contribuyen activamente a frenar la propagación.
Según un estudio de las universidades británicas de Cambridge y Greenwich, se definió que el uso rutinario de mascarillas por un 50% o más de la población redujo la propagación del coronavirus por debajo del 1.0, aplanando futuros rebrotes de la pandemia y posibilitando medidas menos estrictas de aislamiento social que le den espacio operativo a las políticas de reactivación económica. Después de casi 5 meses de cuarentena obligatoria es necesaria la reapertura planificada del sector productivo, que deberá ser gradual y exigente con estrictos protocolos de bioseguridad.
En Barranquilla comenzó la reapertura escalonada del comercio, la circulación de las rutas de transporte público, la ampliación de los días de salida de las personas de acuerdo con su número de cédula, la apertura de espacios para el deporte y este 20 de agosto se iniciará el piloto de apertura de 30 restaurantes.
Es un deber ciudadano coadyuvar a que la curva epidemiológica siga disminuyendo, de manera que las convenientes medidas para la reactivación económica de las comunidades sean exitosas y puedan contar todos con los medios de sustento.
Sin embargo, el solo uso de la mascarilla médica no da una total protección, es necesario que se acompañe de higiene de manos frecuente más el distanciamiento físico. Si estas tres sencillas medidas son practicadas por toda la población, será posible frenar el contagio. De hecho, los focos masivos de infección se han presentado por la falta de cumplimiento de estas recomendaciones básicas.
Hoy la humanidad, en el marco de su resiliencia, debe promover que en el escenario poscovid predominen la solidaridad, la justicia, la inclusión y la equidad. Además, es perentorio que los Estados articulen sus políticas y programas de salud pública con las medidas de reapertura del sector productivo, que permitan acceder a los recursos para que la población tenga garantizada una vida digna.
Por todo lo anterior, sin duda, es mejor usar el tapabocas para evitar que la COVID-19 nos tape la boca para siempre.
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