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miércoles, 1 de julio de 2020

PROFESORES, SALVAGUARDAS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR


¡Es una realidad! El coronavirus cambió para siempre las relaciones humanas, entre ellas, la de los profesores con sus estudiantes en todos los niveles de la educación, tanto en la básica como en el nivel superior. Ello, desde el momento en el que el aislamiento social hizo que las instituciones educativas del país, y del mundo, migraran de los espacios presenciales a los tecnológicos, haciendo que las clases se impartieran desde la virtualidad.

Desde luego, este cambio generó incertidumbres, temores y nuevos desafíos sobretodo en quienes recae el peso de enseñar, lo que en consecuencia hizo que los educadores tuvieran diferentes reacciones. Quizá, algunos se resistan al cambio y otros se sientan cómodos en la escena digital, dependiendo de cada contexto particular, así lo expresó Ciro Alfonso Pérez, profesor de Cátedra Bolivariana de la Universidad Simón Bolívar, con cerca de 50 años de trayectoria, quien recordó lo incómodo que fue aquel primer día de clases virtuales.

“Al principio nos sentimos un poco desadaptados, mientras el estudiante entendía el proceso de la virtualidad, pero todo se superó cuando encontramos empatía”, recordó Pérez, quien, con el humor que lo caracteriza, añadió que “los docentes no pueden quedarse atrás como los dinosaurios. Deben estar pendientes de la innovación, del cambio.”

La primera barrera que debieron romper los profesores fue que a raíz de la pandemia cambiaron los paradigmas de la educación. Evidencia de que las tecnologías fueron positivas, fue que permitieron la continuidad de los programas académicos en este 2020. De otra forma hubiese sido imposible dictar clases, dijo el director del Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad Simón Bolívar, Juan Diego Hernández Albarracín.

La virtualidad logró que todos los actores de la academia se adaptasen a las circunstancias, permitiendo que los maestros revaluaran sus métodos de enseñanza, haciendo que se enfocaran en lo realmente importante de la educación, pues más que dictar clases, los profesores vislumbraron el camino hacia la humanización de las relaciones pedagógicas, como lo sugirió Hernández.

Es decir, los educadores debieron borrar todas aquellas falsas experiencias, incluso, aquellas que tildaban a la tecnología de ser un obstáculo que no permitiría la proximidad e impedía la sociabilidad que posibilita la interacción real entre personas.

Ahora bien, para Hernández, más allá de los estremecimientos o miedos que pudieren sentir los maestros respecto a la implementación de las tecnologías, lo importante fue cómo enfrentarse a una situación en que la vida no solamente les cambió a los estudiantes, “también nos cambió a los maestros y eso ha implicado una reconstrucción casi que total de las dinámicas, no solo de los aprendizajes, sino de la forma en la que veíamos la pedagogía.”

Hernández, destacó que la educación mediada por las tecnologías significa un avance importante; sin embargo, centró su interés en la manera como se deben construir nuevos modelos pedagógicos que incentiven la permanencia de los estudiantes en los ambientes virtuales.

El Sistema Nacional de Información de la Educación Superior del Ministerio de Educación Nacional reveló que la educación pasa por tiempos difíciles desde hace años, especialmente la Educación Superior, en la que se evidencia una deserción importante de estudiantes. Este informe indicó que para 2018 se matricularon 2.408.041 estudiantes, es decir 38.000 menos que en 2017. De hecho, la Asociación Colombiana de Universidades presume que el cálculo de deserción del segundo semestre de 2020 podría rondar el 25% debido a la pandemia, el mismo fenómeno que también afectaría las vigencias 2021 y 2022, cuando la deserción podría llegar a 20% y 18% respectivamente.

El reto de los maestros, usar las tecnologías para humanizar las aulas 

Ante las dificultades que viven las universidades, tanto públicas como privadas, por la incierta reapertura de las clases presenciales debido al aislamiento social, los profesores hoy en día son los llamados a generar espacios virtuales en donde no solo se dicten clases, sino donde converjan diálogos integradores que hagan que estudiar sea una experiencia que valga la pena.

Para el profesor Pérez, “lo importante es que nosotros como docentes hagamos que el estudiante esté incentivado. ¡No hacer un trabajo soso o aburrido!”. Misma perspectiva que comparte la coordinadora de desarrollo profesoral de la Unisimón, Mónica Peñaranda Gómez, quien señaló que la educación virtual es un reto y “los profesores trabajamos porque ese espacio sea productivo.”

Según Peñaranda, desde que inició la anormalidad por la pandemia “he notado que los profesores hemos estado más abrumados que de costumbre. No solamente porque el trabajo desde casa sea mucho más complejo, sino porque el seguimiento es mucho mayor.”

En consecuencia, la situación de estrés ha generado ciertas incertidumbres en los educadores: “¿Qué tan relevante puede ser el nivel de interacción del estudiante conmigo, en relación a tantas otras cosas que le pueden estar pasando en su vida alrededor de su salud mental, física o en su trabajo cuando llegue el momento de retomar el segundo semestre?”, se preguntó Peñaranda.

Según el profesor Carlos Fernando Álvarez González, director del Departamento de Pedagogía de la Unisimón, quizá esos cuestionamientos que ahora se hacen los profesores sean la clave para vislumbrar el futuro o un nuevo paradigma de la educación, que entre otras, podría ser la humanización pedagógica que tienda hacia los ambientes virtuales.

“Ese espacio traté de convertirlo en un lugar donde nos encontrábamos para hablar, pero también para aprender muchas cosas. Sin olvidar en ningún momento el mundo en el que estábamos, con las miserias que afrontamos y eso siempre lo hice notar. ¡En ningún momento le dije a los estudiantes que nos olvidáramos de lo que estaba sucediendo y que íbamos a comenzar la clase como si nada pasara afuera!”, anotó el profesor Álvarez.

De hecho, la editora y mánager del portal educativo estadounidense The Conversation, Beth Daley, resaltó en un artículo llamado ‘La tecnología humaniza la educación’, que tradicionalmente, el objetivo de la educación había sido trasladar conocimiento, preparar a los estudiantes para un trabajo y para que ocupen su lugar en la sociedad.

No obstante, “en el futuro, gracias a la tecnología, la educación no solo consistirá en adquirir los conocimientos necesarios para realizar éste o aquel trabajo, sino que también nos permitirá ayudar a desarrollar la personalidad de los estudiantes, centrándonos particularmente en sus fortalezas, adaptando la cantidad de tiempo dedicado a estudiar a sus necesidades y capacidad, midiendo los resultados del proceso de aprendizaje y qué métodos de enseñanza pueden ayudar mejor en el desarrollo personal y profesional.”



Definitivamente la educación virtual es una dimensión de la experiencia totalmente diferente a la real, concordaron los profesores. Hoy en día, los educadores piensan que al otro lado de la pantalla hay personas que están haciendo su mejor esfuerzo. Pero resulta apenas lógico que los embarguen preguntas como ¿sí me están entendiendo?, ¿tienen carencias? u otras que tal vez antes no se hacían, por ejemplo, ¿qué tanto interés tiene el estudiante para conectarse a la virtualidad?, ¿por la emergencia, ya comió? Estos y otros supuestos se insertaron a la nueva realidad ante los cambios en las relaciones entre los profesores y los estudiantes.


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* Texto producido en el marco de la Alianza Unisimón - Diario La Opinión.

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