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martes, 10 de diciembre de 2019

Feminicidio, acto infame - POR JOSÉ CONSUEGRA


Es imposible no impactarse y conmoverse con las estadísticas que relacionan los casos de violencia y asesinatos de las mujeres en el mundo. Adquiere mayor gravedad y se vuelve aberrante esta triste realidad cuando los victimarios son personas que formaron parte de sus vidas o hicieron parte de su entorno familiar. Estos casos son reconocidos legalmente como feminicidios porque su motivación tiene origen en la cultura machista y la misoginia.

A propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el pasado 25 de noviembre, es necesario reflexionar sobre la magnitud de la problemática. Imposible de creer: 87.000 mujeres fueron asesinadas durante 2017 en el mundo, es decir, que prácticamente diez perdieron la vida cada hora de ese año. En el 58% de los casos, los autores materiales fueron sus parejas o familiares, según un estudio de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

África y América son las regiones donde las mujeres tienen más riesgo de ser asesinadas por compañeros sentimentales.

La CEPAL también reveló que al menos 3.529 fueron asesinadas en 2018 por razones de género en 25 países de América Latina y el Caribe, si bien no se descarta que la estadística puede ser más alta. En Colombia, entre enero y septiembre de este año se registraron 231 asesinatos de mujeres, 81 de los cuales han sido identificados como feminicidios. 

Pero además de las asesinadas están aquellas que son objeto de violencia sexual, maltrato físico y psicológico, tortura, matrimonios forzados y toda una serie de afrentas que se suman a la larga lista de ignominias que continúa soportando la mujer en medio de una sociedad machista que se niega a validarla.

La lucha por el reconocimiento de sus derechos y espacio en la sociedad humana, ha sido perseverante, a costa de sufrimiento, atropellos e iniquidad. Es una histórica gesta en la que muchas han dado la vida, como las hermanas Mirabal en República Dominicana —cuyo homicidio motivó la conmemoración de esta fecha—, que ha obligado a la implementación de legislaciones modernas y completas, con instrumentos variados para su protección, aunque en la práctica aún no logran plenamente sus objetivos.

No basta un día para recordar y dialogar sobre esta oprobiosa realidad; son necesarias acciones preventivas del delito, educativas y de justicia penal.

La educación es la más determinante. Por ello, debemos promover en casa una formación en valores, eticidad y respeto a las mujeres y, en la escuela, reforzarlos a través de currículos que promuevan la equidad de género, que permitan poner fin a conductas violentas contra ellas desde sus orígenes machistas y discriminatorios.

Se necesita nuestro firme compromiso durante todos los días del año, de respetar en su integridad a la mujer y superar este comportamiento antinatural, para la construcción de una sociedad verdaderamente civilizada y centrada en la equidad de género.

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