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miércoles, 24 de julio de 2019

Mujer, motor del siglo XXI - POR JOSÉ CONSUEGRA


Que somos 48,2 millones de habitantes —y no más de 50 millones como preveíamos—, es uno de los datos reveladores que nos entregó el censo de población 2018, del Dane, junto con indicadores de las dinámicas de los hogares colombianos y los análisis que se derivan de ellos.

Entre esa sustanciosa información está que cada vez hay más mujeres que se reconocen como cabezas de hogar, pues mientras en 2005 (año del censo anterior) el porcentaje era de 29,9%, en 2018 pasó al 40,7%, lo que indica que de cada 10 hogares 4 están liderados y bajo la responsabilidad total de la mujer. 

Un indicador interesante que se relaciona con la mujer es el educativo: La tasa de alfabetismo es de 93% para ellas y para los hombres 92,1%, al igual que hay más mujeres entre los 18 y 27 años recibiendo educación superior: del 27,7% se pasó al 36,5%. En la Universidad Simón Bolívar, por ejemplo, el 62% de sus estudiantes son mujeres. Así se supera una de las ignominias históricas de la humanidad al prohibirse el acceso de ellas a las universidades; en nuestro país la primera mujer ingresó en 1935.

La lucha histórica que han dado por el reconocimiento de la igualdad de sus derechos y que siguen dando hoy con entereza, ha permitido que accedan a más y mejores oportunidades de estudio, trabajo y respeto a su dignidad. 

A mayor nivel educativo se incrementan las oportunidades laborales y de mejorar la calidad de vida de sus familias. La mujer educada ha logrado liberarse de la dependencia económica, obtener una mayor autonomía personal y gozar de sus derechos.

Hoy es más frecuente que las mujeres pongan fin a relaciones tóxicas de pareja que en el pasado soportaban estoicamente, ya proceden a denunciar las injusticias que reciben en el hogar, negándose a ser violentadas, minimizadas o subestimadas, y muestran que son capaces de ejercer con lujo de competencia las responsabilidades que esta sociedad machista solo validaba como ejecutor al hombre. Todavía quedan retos como la igualdad en la escala salarial, la presencia en cargos de alta dirección en los sectores público y privado, entre otros.

Se hace necesario profundizar los análisis acerca de la vulnerabilidad de los hogares con jefatura femenina al lado de la también histórica desigualdad a que se han visto enfrentadas. Estadísticas de 2011, del Dane, mostraron que en el Atlántico en dichos hogares la pobreza relativa se ubicó en un 40,7% frente al índice de pobreza de hogares con jefatura masculina que fue del 36,7%. Esta triste realidad debe ser motivante para la definición de políticas estatales de corresponsabilidad que coadyuven a la corrección de esta injusta realidad.

Concuerdo con el pensamiento del economista español Manuel Castells que recién tildó a las mujeres como “la esperanza del mundo” y lo complemento expresando que, sin duda, son además el motor del siglo XXI, por ser más resilientes, organizadas y proactivas, competencias estas necesarias en la sociedad moderna.

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