Leo en la prensa que el secretario de cultura departamental, César Ricardo Rojas, está obsesionado por cambiar dos palabras del himno del departamento porque hacen alusión a la guerra y “no encajan en el contexto actual de paz”. Quiere estar a tono con las circunstancias, con los nuevos vientos que soplan desde La Habana y, en consecuencia, le parece repugnante que nuestro himno incite a la violencia. No le repugna, en cambio, que su amigo Ramiro Suárez, cuando fue alcalde de Cúcuta, incitó a la violencia ordenando el asesinato del abogado Alfredo Enrique Flórez a través de un grupo paramilitar, porque Enrique Flórez tampoco encajaba en el contexto delictivo del alcalde, y, por eso, había que asesinarlo. El ex alcalde paga una condena de 27 años de cárcel en La Picota y Enrique Flórez está muerto.
-El olfato del secretario de cultura no tiene memoria.
Todos los himnos son cantos de guerra, señor secretario, y no hacen referencia a la violencia en sí, sino a las luchas que de alguna manera antecedieron a la consagración de la nación, o la formación de los pueblos. Y tanto lo uno como lo otro tiene como paisaje de fondo las gestas de liberación. Sería tonto cambiar un verso del himno departamental pensando en la paz para que fuera entonado por una banda de guerra. No creo que los himnos inciten a la violencia aunque hablen violencia y estén hechos para animarla, del mismo modo que es muy difícil que una sonata para piano hecha para el amor y dedicada con amor logre conquistar el amor, como lo demuestra el hecho de que Hitler animaba el avance de sus tropas con sonatas de Beethoven.
Los himnos se interpretan (y se entienden) de acuerdo al momento de su entonación. Cuando el himno nacional, por ejemplo, suena al medio día, no significa que vamos a matarnos con los venezolanos, simplemente indica que ya es la hora del almuerzo. Y cuando suena interrumpiendo un programa de televisión es porque va hablar el señor Presidente.
No es que la violencia sea fruto de los himnos, señor secretario, sino que los himnos son fruto de la violencia. Y es bueno que así sea: los himnos son una forma de la lírica y testimonio histórico de lo que ha hecho el hombre en su paso efímero por la tierra. No es que sea una tontería lo que propone el secretario de cultura sino que es una completa estupidez, copiada, seguramente, de esa otra estupidez del ex senador Iván Clavijo cuando propuso modificar un verso del Himno Nacional.
Hay muchas cosas urgentes en el campo cultural que requieren atención: el fortalecimiento de las casas de cultura como espacios de encuentros de expresiones artísticas. Los procesos de recuperación de memoria y saberes locales con las comunidades, acercando la cultura a la gente de a pie. La Academia de Ballet de la maestra Margarita Acevedo; la pensión de jubilación para los artistas regionales que han trabajado duro y durante muchos años por el departamento. Es urgente la creación de una escuela de arte. Hay doscientas cosas en qué pensar como para que usted pierda tiempo en una pendejada. Deje el himno quieto que no hace daño. El daño y la violencia no vienen de los himnos sino de funcionarios ineptos.
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