La
semana anterior llegue a la absurda cifra de 70 palabras con las que a diario
se manosea al cliente que van desde la tradicional “preciosa”, pasando por el nuevo
nombre de los empresarios de alto riesgo “patrón”, hasta la más moderna muestra
de la jerga popular “Pito y Mita”. Ante la avalancha de comentarios recibidos
por ese columna que cuestionaban esa actitud presente en los empleados de
muchas empresas que por tener cierta “confiancita” con el cliente se atreven a
faltarle al respeto con ese vocabulario, decidí complementarlo con una variedad
de frases curiosas que a diario se pronuncian, confirmando que los procesos de
servicio están diseñados por la organización para el cliente y no de las
necesidades del cliente con la organización.
Algunas
de esas frases en medio de su contexto son: Seguramente alguna vez se ha
quejado y le han dicho: “estudiaremos su solicitud en nuestro próximo comité”
de la que viene la popular respuesta “Gracias por su comentario,
desafortunadamente, por falta de presupuesto no es posible una solución sino hasta
el tercer semestre del año” ¡o sea nunca!.
Ahora,
cuando va de compras y le ajusta un poco el pantalón la vendedora dice “eso le
cede” o “cuando lo lave le estira” y si definitivamente no le cierra “para
subirse el cierre, acuéstese”, ahora con el calzado que usted busca y no hay la
talla “esa horma viene grande”, y con tal de venderle “eso es unisex”. Si se
prueba la prenda al salir escucha “Uy, como le queda de bien” y si decide
cambiarlo hay dos opciones; una “no se aceptan cambios” o “los cambios son
únicamente el jueves” día en el que no puede ir, y si algo le gusto y es hora
de cerrar es mejor que se prepare para que le digan: “venga mañana” o “si lo va
a llevar se lo bajamos” y si lo que desea no lo hay en el momento le responden “eso
nos llega” o “deme su teléfono que nosotros la llamamos” llamada que nunca se recibe.
Alguna
vez le han dicho “espere un minutico” minuto que es eterno, o la contestadora
automática de una empresa lo ha paseado por un armónico menú del que nunca sale
la opción deseada, sin embargo, siempre lo invitan a identificarse con “digite
el número de su cedula” y curiosamente, cuando lo están atendiendo le dicen:
“para validar su información podría por favor darme el número de su cédula”,
entonces, ¿para qué la piden en el menú?. Y todo por el protocolo de atención
que va acompañado de “esta llamada puede ser grabada o monitoreada para
garantizar la calidad del servicio”, servicio que es pésimo, y a pesar de eso,
usted sigue llamando.
Ahora,
salga a cenar y pida la bebida sin azúcar, la recibirá como una miel y si la
cambia el mesero dirá “qué pena, ya la probó, no se le puedo cambiar”, sin
embargo, esa misma persona después de que espera media hora por la cuenta le
dice “¿podría diligenciar la siguiente encuesta?”, cuando lo uno desea es irse
del lugar. Y si de su salud se trata la responde “ya no hay cupo con el
doctor”, “no sabemos a qué hora viene, espérelo”, y, si es mucha la urgencia “aquí
no prestamos el baño” o “el teléfono esta bloqueado, solo recibe llamadas”. Y
qué le dicen cuando quiere utilizar la garantía de un electrodoméstico “sin la
caja original no podemos hacer nada” imagínese por cuántos años hay que guardar
esos empaques, y existen almacenes de muebles donde hay avisos como “Prohibido
sentarse”, entonces, como saber si le ha de gustar.
Todas
estas frases demuestran que a punta de “carreta” se engaña al cliente, y que
afortunadamente, el camino está lleno de oportunidades de mejoramiento que
liderarán el 1% de personas como usted que siempre tratan con educación al
cliente. juancarlosquinterocalderon@gmail.com
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