Imposible no emocionarse al ver los grupos folclóricos infantiles bailando al son de los tambores y la flauta de millo, de manera graciosa y acompasada para representar a las tradicionales marimondas, los congos o la danza del Garabato, e interpretando apasionadamente los instrumentos musicales de nuestra cultura caribeña. También motiva la felicidad que expresan miles de chiquitines gozosos de participar en el Carnaval de los Niños y cumplir así esa premisa convertida en mandamiento carnavalero: quien lo vive es quien lo goza.
Su alegría y pasión por el merequetengue carnavalero resuelven cualquier duda sobre quiénes cultivarán y seguirán salvaguardando este Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad en el futuro.
Indudablemente, este legado cultural sobrevivirá en el tiempo, ya que padres y abuelos le transmiten a las nuevas generaciones el cariño por lo propio. Un papel fundamental juegan los jardines infantiles y colegios que promueven en sus alumnos la querencia por nuestros valores culturales. Qué hermoso observar los desfiles y minicarnavales en los parques y alrededores de las escuelas. Este año tuve la dicha de que mis hijos pequeños, José Julián y Laura José, y mis nietos, Orlando y Mariana, fueran reyes en sus cursos.
La gran cantidad de colegios y espacios vecinales que promueven el amor por la fiesta del Rey Momo son pieza clave para que este patrimonio perdure y se enriquezca en cada nueva generación. Hace 29 años, los niños vinculados al proceso comunicativo Voz Infantil, liderado por Julio Adán Hernández, crearon el desfile del Carnaval de los Niños, que cuenta hoy con la coordinación de Hugo Diazgranados, el conocido Joselito Paco Paco, y que, al ser acogido por la comunidad barranquillera y las autoridades del Carnaval, se convirtió en uno de los más importantes desfiles en las precarnestolendas.
Sus soberanos, Isabella Chacón y César De la Hoz, presidieron con alegría el apoteósico recorrido, en el cual desfilaron más de 4.000 niños bailando y cantando, y más de 10.000 personas lo vivimos como espectadores en bordillos y portales, así como cientos de miles lo gozaron por Telecaribe. Es necesario resaltar el apoyo incondicional brindado por la reina Carolina Segebre, la Fundación Carnaval de Barranquilla y la Secretaría de Cultura Distrital.
El Carnaval es la expresión más auténtica de la idiosincrasia barranquillera y costeña. A través de la música, los disfraces, desfiles, bailes y parodias se participa de manera gozosa en una tradición colectiva centenaria, expresiva del sincretismo cultural.
Acabamos de vivir cuatro días maravillosos de éxtasis fiestero, en el que se extinguieron las fronteras sociales y nos unimos alrededor de este patrimonio cultural en un ambiente de convivencia pacífica y pachanguera.
Podemos estar seguros de que con toda esta dinámica educativa cultural que se desarrolla en la familia, los colegios y la barriada, el Carnaval de Barranquilla y el de los municipios del Atlántico nunca morirá.
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