Juan
Carlos Quintero Calderón
¿Cuántas
veces las empresas han buscado que los públicos internos y externos
identifiquen la marca con valores que trasciendan más allá de una transacción y
lleguen a anclarse en la mente, el corazón y el espíritu de las personas? Este
cuestionamiento que compromete a toda la jerarquía debería hacerla reflexionar
si la estructura de valores y rituales que conforman la cultura organizacional
es favorable para que exista un medio ambiente ideal para la convivencia de
todo el personal, pues, de nada sirve tener infinidad de acciones para
cautivar, sorprender y fidelizar al cliente si la gente que debe servir no
tiene claro qué papel juega en la estructura, y menos si no se siente a gusto
donde trabaja.
Un
reciente ejemplo de como esa precaria cultura e insipiente clima organizacional
puede generar problemas es el caso de Wal-Mart gigante del retail
norteamericano que en octubre celebró el aniversario 50 y, curiosamente, en 12
estados la gente no se presentó a trabajar lo que generó cuantiosas perdidas y el
deterioro de su imagen. Inclusive el sitio: “Wal-Mart a los 50” tiene cantidad
de testimonios de empelados y ha sido visitado por gente de todo el mundo. ¿Ahora,
imagínese que esto sucediera en su empresa? Para que evalué las trágicas consecuencias
el estudio de Economist Intelligence Unit
demostró que el riesgo reputacional es casi tres veces mayor que el riesgo de
terrorismo y desastre natural, y para complementar, Weber Shandwick, firma de amplio reconocimiento que en octubre de
2012 fue galardonada como: agencia global del año por The Holmes Report, reveló que el 63% del valor de mercado de una
compañía esta asociado a su reputación.
Ahora
que sabe la importancia de anclar la marca en la mente, el corazón y el
espíritu de los trabajadores muchas de las acciones que emprenda probablemente sean
más valoradas por el corazón, el espíritu y la mente de los clientes y logre
mejores resultados. Para Millward Brown
Optimor el 30% del valor de mercado de las 500 empresas más grandes del
mundo proviene de la marca. ¿Pero, cómo lograr ese ideal de marca para que se
convierta en una ventaja competitiva que genere atractivos retornos?
Determinar
el ideal como marca para una organización permite a los equipos de trabajo comprometerse
cada día y a la directiva alinear la estrategia de negocio, así cada integrante
podrá servir mejor a los clientes. Jim Stengel experto en mercadeo y quien
manejo un presupuesto de publicidad de U$8.000 al año de la empresa global más
poderosa en mercadeo del mundo, P&G, plantea en su libro: “La persecución
de un ideal” que hay que descubrir cuál es el valor humano del que puede estar
más cerca la marca: alegría, orgullo, responsabilidad, entre otros, y después
activar los puntos que pueden hacer diferente y autentica la marca, como el
caso de: Dove que celebra la belleza única de la mujer, Google que satisface la
curiosidad, o Louis Vuitton, que acentúa lujosamente los viajes de la
vida.
Teniendo
estas ideas claras el fortalecimiento de la cultura corporativa debe girar
alrededor de esta ideal para crear una experiencia de marca para el público
interno y poder satisfacer a los consumidores.
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