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lunes, 22 de febrero de 2021

TERROR INJUSTIFICADO - POR: JOSÉ CONSUEGRA

Llevamos casi un año llenos de miedo e incertidumbre en medio de la cuarentena y el aislamiento social, anhelando a diario la llegada de una vacuna ‘milagrosa’ que le permita a nuestro organismo producir anticuerpos y adquirir una memoria inmunitaria que nos protejan de enfermar y morir, al tiempo que nos permitan alcanzar la deseada inmunidad de rebaño. Cuando esta posibilidad es real y está cercana, un gran porcentaje de personas tienen dudas o se niegan a su aplicación.

Esta situación resulta inverosímil cuando la humanidad tiene una tradición de uso de vacunas que supera los 200 años, cuando el inglés Edward Jenner inventó la vacuna contra la viruela. Sin las vacunas existentes, no habría sido posible la erradicación total de ese virus y el control de otras enfermedades como la poliomielitis, la difteria o la rubeola. En Colombia, se administran anualmente más de 23 millones de dosis de vacunas para proteger a la población contra 26 patógenos. Las coberturas de vacunación son superiores al 90%.

El optimismo de la ciencia y los sistemas sanitarios por lograr la inmunidad de la población y la desconfianza de la gente ante la vacuna contra la covid-19 avanzan de la mano a la misma velocidad. Las premisas y acciones conspirativas hacia la vacunación plantean la posibilidad de la implantación de microchips, de modificaciones en el genoma, de convertirnos en seres transgénicos, de interferencias en la fertilidad y que los medios de inmunización son producto de una manipulación de tejidos fetales de aborto, entre muchas otras. Toda esta serie de rumores absurdos, que hacen parte de la ‘infodemia’ existente, recorren a gran velocidad las redes sociales, con alto impacto en la credibilidad de los ciudadanos.

El Gobierno nacional ha informado que, para la inmunización de los colombianos, adquirió vacunas de Pfizer, Astrazeneca, Janssen, Moderna y Sinovac para inmunizar a 35 millones de personas (70% de la población). Las de Pfizer y Moderna tienen como base el ARN mensajero, molécula capaz de retransmitir la información genética necesaria en las células para la producción de proteínas que, en este caso, le permiten al sistema inmunológico contrarrestar el virus, sin riesgo de modificar el genoma, pues para ello tendría que interactuar con nuestro ADN que está en el núcleo de la célula, pero nunca tienen contacto.

También están siendo producidas y aplicadas vacunas que inoculan otro tipo de virus capaz de generar la respuesta inmune en el cuerpo, que es la base de los biológicos de Astrazeneca, de Reino Unido; Janssen, de Estados Unidos; y Sputnik, de Rusia; igualmente, la que inocula un virus inactivado, como con la Sinovac, de China, entre otras; todas con resultados positivos y esperanzadores.

Vacunarse supone una responsabilidad con uno mismo y con la sociedad. La esperada superación de la pandemia se logrará dejando los miedos injustificados y sumándonos a la inmunización masiva. Como médico creo que el peor efecto adverso de la vacuna es no aplicársela y continuar con el riesgo de enfermar y morir.

rector@unisimonbolivar.edu.co

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