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jueves, 31 de julio de 2014

¡Eres un bien renovable! - Por: Juan Carlos Quintero Calderón


Uno de los principales paradigmas del mundo laboral está representado en la frase “trabajar para vivir” o “vivir para trabajar”. Esa dicotómica decisión al parecer entra en el grupo de controversias similares a la de quién fue primero, ¿el huevo o la gallina?. Y aún, después de años de investigación existen serias dudas sobre cuál es la respuesta correcta.

En la lectura no encontrará la respuesta al paradigma, pero si podrá reflexionar sobre su forma de vivir la relación laboral. Para ambientarlo le comparto esta historia: Un joven que le gustaba conducir por caminos poco transitados a alta velocidad, llegando a una curva se encontró con un auto fuera de control y con gran destreza logró sortear la situación. La persona que conducía el otro vehículo le grito “cerdo” a lo que el hombre iracundo respondió “burro”, y pensó, ¿cómo es posible que me insulte si voy por mi vía?. Pretendiendo olvidar el incidente decidió acelerar a fondo, tomó la curva y se chocó contra un cerdo. Este relato demuestra que en la vida laboral, profesional y personal hay señales que pasan desapercibidas y que debemos aprender a escucharlas y visualizarlas para lograr ser más efectivos.

Por eso, más que esperar señales hay que revisar la forma de trabajar y “desaprender” esos vicios que por años han llevado a la gente a volverse ermitaña, sufrir de infartos por estrés y a la separación de las parejas que conlleva a la desintegración de las familias. Es necesario evaluar el equilibrio existente entre la vida personal y laboral, así mejorará la salud espiritual, emocional e intelectual. 

Desafortunadamente, ese equilibrio solo se recuerda en las temáticas de los programas de seguridad y salud en el trabajo, que las contradice la gente que permanece en las empresas hasta altas horas de la noche, e inclusive, se llevan el trabajo a casa. Si eso sucede es porque: 1. No saben administrar el tiempo, y el ineficiente, es el trabajador. 2. Tiene una carga laboral superior, donde por falta de dimensionamiento, la ineficiente es la empresa. 3. Durante la jornada desperdician el tiempo y deben responder por las labores encomendadas. Y por último, 4. Padecen de la enfermedad de las 3 P´s, entonces se apegan al trabajo en la búsqueda insaciable de poder, prestigio y posición. 

Le recuerdo que donde somos verdaderamente indispensables es en nuestros hogares compartiendo tiempo de calidad junto a la pareja, hijos o familiares, así que no debe descuidarlos porque en cualquier momento su empresa decide achicar la estructura organizacional aplicando el downsizing, y adiós al amigo. Adicionalmente, piense en usted, así lo recuerda el personal de abordo en los aviones cuando dice: “en caso de despresurización caerán las máscaras de oxígeno, utilícela primero antes de ayudar a otros”. Cuando logre definir sus prioridades sentirá un mayor compromiso consigo mismo y logrará la estabilidad, porque el compromiso no se puede valorar sumando la cantidad de gorras que usa con el logo, los fines de semana que prefiere estar en la oficina, e inclusive, las veces que evita salir de vacaciones porque de pronto la empresa quiebra sin su presencia. Todos somos renovables y la mejor forma de decidir que función cumple el trabajo en la vida es cuando no tiene que trabajar. Para lograrlo tiene que estar haciendo lo que le gusta, así, todo lo hará con gusto, y los clientes, jefes y familiares se sentirán a gusto.

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